VINCLES: Velando por los mayores en el contexto de pandemia

Durante el año 2020, se inició el proyecto 'FORT PIENC et cuida': cuando vivíamos en una "nueva normalidad" y teníamos que mantener todas las medidas de seguridad para evitar la propagación de la COVID19. En este proyecto, conversando con Calros del río, des de la Associació de Comerciants Eix Fort Pienc, sabíamos que esta situación había afectado mucho a las personas mayores. 

¿Qué supone la COVID19 para las personas mayores?

La realidad más evidente es que las tasas de mortalidad son más elevadas y el riesgo de sufrir síntomas graves de la COVID19 se encuentran en personas de más de 70 añpos y con patologías crónicas previas. Esto ha hecho que las medidas más restrictivas impulsadas por las autoridades competentes y por la opinión pública, hayan sido aplicadas a este colectivo. 

¿Cómo les ha afectado específicamente el cambio de vida?

La protección ha ido, desafortunadamente, en detrimento de su calidad de vida: se les ha privado total o parcialmente la autonomía en las decisiones sobre su propia vida, han perdido actividad, ejercicio físico y relaciones sociales satisfactorias. También ha venido acompañado de una falta de soporte necesario, como consecuencia de la sobrecarga de los sistemas sanitarios y los servicios sociales. 

En España hay unas 100.000 personas usuarias de centros de día. Muchos de estos usuarios han sufrido pérdidas funcionales graves a lo largo del confinamiento. En nuestro caso, esto ha afectado a la mitad de las 34 personas con las que trabajábamos. Además, recibimos constantemente visitas de personas cuidadoras que hacen referencia al mismo proceso para sus familiares. 

Y más allá de la enfermedad, ¿qué ha afectado a las personas?

De todas las personas que son usuarias de centros residenciales, unas cuantas no han muerto por la COVID19: sino de tristeza. Aunque prosiblemente no se lleven a término estudios al respecto, yo sí que he escuchado de primera mano que ha habido personas que han dejado de alimentarse hasta que han llegado a su fin delante del cambio de contexto, la situación de estrés en el ambiente de la Residencia, la falta de salidas y/o visitas. Esto es muy impactante porque una muerte es una muerte: independientemente de la causa o el foco médico que reciba. 

Cuando una persona va envejeciendo, se produce un filtro natural en el que se pierde cantidad para ganar calidad. Menos contactos sociales, pero de más calidad. Menos actividades, pero más satisfactorias. Por lo tanto, la pandemia ha venido en general a cortar de raíz aquello que era central en la vida de muchas personas mayores. Y con incongruencia, muchas renunciarán, voluntariamente o no, a estar con la familia. Pese a que quizá se ha tenido que hacer o están haciendo de canguros de los nietos durante la vuelta a la escuela. E insisto: esto es central en su vida. 

Dado que, por razones obvias, el que corre en contra es el tiempo, todas las iniciativas tienen que ir dirigidas a poder normalizar de verdad su vida, aplicando las medidas que correspondan. Favorecer los espacios de encuentro al aire libre para que puedan salir a hacer actividades diversas; retomar la tarea de los espacios de personas mayores con ventilación, mascarillas, higiene de manos, desinfección... Que el personal implicado en la supervisión o gestión de estas actividades disponga ampliamente de test de detección rápida. 

Todavía se están produciendo ingresos evitables. Nos referimos a aquellos que han sido provocados por caídas, infecciones y otros problemas derivados de la pérdida del estilo de vida a un sistema que ya está muy tensionado. 

¿Cómo afecta a las personas mayores ser conscientes de su vulnerabilidad ante la COVID19?

En muchas personas habrá provocado ansiedad. Es como si reparten papeletas y tienes todos los números. Es absolutamente razonable que este colectivo disponga de informació, pero también es innegable que esta información está muy sobrerepresentada en los medios de comunicación. Al final, se ha generado la opinión pública de que tenemos que proteger a nuestros abuelos a todo coste. 

¿Y cómo les afectan las medidas restrictivas?

En lo que respecta al aislamiento, les afecta negativamente a la mayoría. Además, sufren consecuencias que ya se están recuperando enn muchos casos, pero que no serán recuperables en otros. Tengamos presentes que nadie es invulnerable a la sensación de soledad no deseada. Esta situación provoca alteraciones del estado de ánimo (ansiedad y depresión, principalmente) y se traduce en una peor percepción en cuanto al estado de salud general: más visitas a la consulta de salud primaria y un peor pronóstico, si se tiene que hacer frente a cualquier enfermedad que tenga que ver con el sistema inmune. 

El cuerpo humano funciona de manera integral. Es una máquina diseñada para ser funcional en las actividades de la vida diaria y la falta de estimulación tiene un impacto negativo a nivel general. Se tiene que tener en cuenta que, en personas adultas sanas, una larga convalescencia tiene como consecuencia la necesidad de rehabilitar cosas tan elementales como su marcha, porque se dan cambios en la propiocepción y el tono muscular. 

¿Habéis detectado un deterioramiento cognitivo en vuestros usuarios?

Sí, en muchos casos. Presentan una peor capacidad de concentración y de memoria inmediata, peores funciones mentales superiores (planificación, estrategia, razonamiento abstracto) y peor capacidad linguística. En la mayoría, se están recuperando satisfactoriamente al restablecer la riqueza social y de estímulos que tenían antes del confinamiento y el control de su estado sanitario por parte del equipo del centro. 

¿Cómo ha afectado el segundo confinamiento con medidas no tan extremas?

 Actualmente, la renuncia al contacto familiar habitual es la consecuencia más significativa. Los fines de semana reciben menos visitas de nietos, sobrinos, hermanos... Las perspectivas son un poco oscuras: muchas personas llegaron a decidir voluntariamente pasar la Navidad solas.